MACRO museo de arte contemporáneo de Rosario, Argentina
Espacio La Toma
La desigualdad del tiempo.
UMBRA
Antumbra, Penumbra. Estados de una luna ciega.
MACRO museo de arte contemporáneo de Rosario, Argentina
Espacio La Toma
La obra se sitúa como una propuesta instalacional, constituida por textiles, pintura y videoperformance.
La propuesta aborda las nociones del dolor, contraponiendo narrativas desde el sentir desde la memoria biográfica y la memoria histórica de Chile, enmarcando esta propuesta en la conmemoración de los 50 años del golpe militar.
Ficha técnica:
Textil, pintura esténcil, costura manual.
Videoperformace, de la serie “El negro oscuro del cielo” (2022)
Textos impresiones estecil:
Textil 1: describe algunos de los “Métodos de tortura”, utilizados en dictadura, detallada en el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (Valech I) (2005).
Textil 2: extracto poema, autoría artista.
El proyecto UMBRA, una luna ciega, se enmarca en la conmemoración de los 50 años del golpe militar en Chile.
La humanidad como cuerpo opaco, es la ración más oscura de su sombra.
El proyecto Umbra, es una exposición en tránsito que involucra una serie de artistas y teóricos convocados en revisión a temas contextuales en este caso abordando desde la visualidad y la escritura, los 50 años de la dictadura militar en Chile, precisamente emplazada en Argentina donde se celebran los 40 años de democracia.
La exposición abarca tres espacios expositivos, bajo el programa Irradiaciones MACRO, iniciativa de Roberto Echen director artístico y curador del museo, buscando extender y vincular las experiencias del arte contemporáneo
a la ciudad (1) creando ejes de trabajo colaborativo y colectivo con las personas.
Una primera parte de la exposición se desarrolla en el MACRO Museo, luego en el espacio cultural La Toma (2), como centro de experimentación e investigación en arte contemporáneo y en el Centro Municipal Distrito Sur, Rosa Ziperovich, registro civil localizado en las periferias de la ciudad de Rosario, articulando de este modo un proyecto activo que entra en debate con el contexto social y político enclavado en cada uno de estos lugares, ejes sociales que ponen en tensión las propuestas visuales y los textos presentados en cada una de las exposiciones, en torno a la reflexión crítica de la dictadura en Chile y las borraduras que desde la negación constante han invisibilizado tales hechos de horror.
Proponiendo abordar desde discursos personales, la memoria-tiempo de un periodo oscuro de nuestra historia, la dictadura en Chile y las dictaduras en Latinoamérica, revisando en su proceso imaginarios visuales de la época, testimonios recopilados de diferentes personas y su experiencia con el golpe militar, documentación de las últimas elocuciones de Salvador Allende y del informe Valech de La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, material procesado y reinstalado en el contexto actual que establece una trama de fricción con los procesos políticos, sociales y culturales vigentes, los necro-estados y la ficcional borradura de los hechos, como una constante que reverbera en nuestras sociedades.
Formas de la oscuridad.
“En 1993 una extraña amnesia recorre el país, no hay archivos y pocos relatos y tantas memorias como sobrevivientes, filas y filas de tumbas cruces sin nombres, sólo fechas”.
“El poroteo simbólicamente, a veces siento que era cómo sacar un muerto de un lugar oscuro, espantoso, sacarlo al mundo exterior, donde había sol, donde la gente seguía viviendo indiferente a la tortura, al horror que todos estábamos viviendo a atrapar a otro vivo para llevarlo a la muerte”.
Extracto documental
La Flaca Alejandra - 1994
de Carmen Castillo y Guy Girard
UMBRA propone sondear ese lado sombrío de la existencia, el reflejo interior volcado a una sociedad perturbada, descabezada en sus estructuras racionales, distanciada de su origen, instalada en el punto de no retorno sin comprender un devenir que pareciera es la culminación de las propias acciones, radicalizando y enarbolando todas las formas y maneras de resistencia en un proceso crítico universalizado lo que parece ser indolente a lo real, a lo que no prevalece en la memoria, transformando cada acontecimiento en una batalla de salvación personal que reinstala su singularidad y luego la de sus seguidores en forma de colectividad sanadora. Expiación intima que alberga la maledicencia de un tiempo oscuro ralentizado en el miedo que eterniza las formas del horror, higienizando metódicamente todo rasgo de veracidad a lo que existió.
En un periodo de procesos políticos divergentes y convulsos, en esencia beligerante, la especie humana en su hábito de perfidia instala la vaga idea de codificar ese tránsito temporal como exclusivo, como una experiencia inédita en el devenir histórico. Quizás una idea de singularidad masiva que conspira como único valor frente a un poderoso individualismo encriptado genéticamente en cada crisis del sistema. Frente a las fuertes rachas de incertidumbre y terribilidad en el mundo, esbozamos furtivas ideas de limpiar el charco, iluminar la zona muerta, poner luz donde la propia sombra se diluye en algo más oscuro y profundo.
Un afán irremediable de ver crecer plantas en Marte. De insistir que nada sucedió, de creer que el tiempo borra toda mácula. En esa marcha incansable de refundar el mundo, se pierde la posibilidad de indagar a tientas las emergencias terrenas como un polo evolutivo que nos enfrenta una y otra vez al mismo sitio, acorralado y sin proyección, argumentando que la crisis es a razón directa producto de la historia y sus constructores y olvidamos que al principio, todo fue tinieblas y que ese origen no fue divino sino humano.
Sin buscar la distopía de urgencia, sí existe una capacidad en la raza humana de echar sombras y velar las zonas de luz para posterior, condicionar la resistencia epocal e instalar una forma de asociarse disruptiva, iracunda a un mundo natural que si bien posee la esencia de la violencia, esta se remite a la necesidad de existir y prevalecer. Dualidad que está en las relaciones y vínculos sociales extendidos en la diáspora global argumentando un alter humano que no reconoce la sustancia elemental de su voracidad frente al estado natural del mundo, situando aquí, poder, destrucción y gloria como del resurgimiento de cada periodo en la historia humana.
No es posible despertar la conciencia sin dolor.
No es posible olvidar donde habita el dolor.
Umbra, penumbra y antumbra son las 3 partes de una sombra, según donde se ubique la fuente de luz y el cuerpo opaco que la proyecta.
Una sombra que baña nuestro continente, necro estados que irradiaron profunda oscuridad en nuestras sociedades dejando marcas y señales imposibles de ocultar, pero donde el artilugio de una luz higienizante obliga al olvido, propone otra realidad, infringe nuestra memoria para hacer tambalear lo que existió y lo que es real, el recuerdo se hace frágil ante la resonancia de un blanqueamiento mágico, como fue en el principio.
El aparato de poder se refugia en un eclipse estadual y propone desde las sombras reactivar su maquinaria necro política en nuevas formas de fuerza, siempre bajo un eje universal de protección a una sociedad vulnerada.
Reponer y reinstaurar certezas se vuelve un acto obligado, un ejercicio urgente del colectivo social, que nos permita transferir los acontecimientos, sucederlos, retenerlos, impidiendo volver sobre las propias huellas de una historia maledicente.
Cada acto de memoria es una marca de resistencia.
Víctor Hugo Bravo, junio 2023.